Carlos Ongallo, coordinador del Grupo Scout Sant Yago, explica cómo viven este gran evento.
¿Se considera devoto de la Virgen de la Montaña?
Sí, la patrona es algo intrínseco a todo cacereño.
Todos en alguna ocasión hemos sentido la necesidad de subir a ese magnífico santuario que tenemos en la Sierra de la Mosca.
¿De dónde le viene esa devoción?
Mi madre, que es cacereña (su padre es leonés), siempre ha sido muy devota.
Pienso, además, que la Virgen de la Montaña en Cáceres trasciende lo religioso.
El grupo de Scouts Sant Yago participa de forma activa en la procesión. ¿Qué es lo que hacen?
Participamos desde hace 16 años en la procesión, es una manera de que nuestros niños acompañen a la patrona durante su entrada en la ciudad de Cáceres.
Todos los años escriben sus deseos en un ramo de flores que es el que después entregan a la Virgen a su paso por la iglesia de Santiago.
Después se le reza una oración en la que se pide por todos los niños, sobre todo por aquellos que sufren explotación infantil.
¿Cómo viven ese día los niños?
Con mucha ilusión.
Se congregan durante toda la tarde en Santiago con el traje de explorador y cantan y bailan al paso de la Virgen.
También lanzan el grito tradicional scout.
A nosotros nos hace sentirnos más cacereños y nos afianza en la ciudad.
La participación en la bajada se ha convertido ya en una cita fija de en la programación scout…
Sí, pero no sólo por la devoción a la Virgen de la Montaña sino también porque coincide con la semana de San Jorge, patrón mundial de los grupos scouts.
La procesión la vivimos como una jornada festiva, más allá del significado religioso que conlleva.