No es necesario ir al Polo Norte para construir un iglú y pasar la noche en él.
En invierno hay varias asociaciones que nos animan a descubrir con ellos qué se siente construyendo tu casa con tus propias manos y no de piedra, sino de nieve.
Hoy os demostraremos que hacer un iglú es fácil y posible.
El material que necesitaremos:
- Un par de palas
- Un par de sierras de carpintero con la hoja de 30cm de largo
Lo siguiente es buscar un sitio plano para ubicar el iglú.
Es conveniente elegir una zona donde la nieve esté dura, compactada o helada porque es donde haréis la “cantera”
Una vez localizada la nieve dura, con la sierra, cortaremos bloques de 30 x 30 x 40, aproximadamente.
Si con la sierra cortamos, con la pala, de un golpe seco por debajo de la base, sacaremos el bloque.
¡Y ya tenemos el primer bloque!
Este paso será nuestro leit motiv, lo que repetiremos todo el rato.
Para colocar los bloques correctamente, nos guiaremos por un círculo dibujado previamente en el suelo.
Exacto, estamos dibujando la base del iglú, el diámetro de la cual tiene que ser igual a la altura de una persona más un palmo y medio.
Así nos saldrá un iglú para cuatro personas, más o menos.
Es muy importante no pasarse con el diámetro del círculo, cuanto más grande más alto será el iglú, con las consecuentes dificultades para hacer el techo.
Dibujar en el suelo el círculo que será la base del iglú, el diámetro del cual ha de ser igual a la altura de una persona más un palmo y medio, de esta manera saldrá un iglú para cuatro plazas.
El siguiente paso es ir colocando los bloques, uno al lado del otro, siguiendo la línea que acabamos de dibujar en el suelo.
Durante la construcción una o dos personas tienen que permanecer dentro del iglú para ir colocando los bloques.
Los otros van cortando y transportando bloques.
A partir de la segunda vuelta, hay que ir poniendo los bloques cada vez más hacia dentro, es así como conseguiremos la cúpula esférica.
Los huecos que quedan entre bloques se rellenan con pegotes de nieve, a modo de cemento, así se compacta la obra.
Cuando la inclinación de los bloques es bastante grande como para que no se aguanten los bloques por si solos, hay que ir trabajando aguantando el último con una mano mientras se pone el nuevo.
Únicamente hay que aguantar el último, ya que por efecto del propio peso se traban unos a otros haciendo el efecto de una cáscara de huevo.
Vamos cerrando las vueltas hasta que llegamos a completar la cúpula, la cual cerraremos con una llave: un bloque hecho y ajustado a la medida del agujero del techo.
¡¿Y la puerta?!
Una vez acabado el iglú, desde dentro, abrimos la puerta con la sierra.
Ésta no debe ser muy grande con el fin de que no entre demasiado aire frío y se enfríe el interior. La forma correcta seria en forma de túnel por debajo del iglú.
¡Y ya está!
Antes de dormir, colocaremos un plástico que cubra el suelo. E incluso podemos añadir una manta para que nos aisle aún más del frío.
Aunque realmente no se necesita, no es una leyenda urbana esto de que dentro de un iglú no hace frío.
Los bloques son un buen aislante del frío y con el calor humano se consigue crear un microclima excelente.
Es muy normal que al día siguiente os despierten heladas gotas de agua, nieve derretida por el calor de dentro del iglú.
Vía Nevasport