Hendricks es una de las personas que trabajan como voluntarios en el KISC, donde se encuentra después de 42 días montado en una bici.
No niega que el reto ha sido un poco duro, especialmente los primeros días.
Dice que la primera semana fue muy difícil.
Se tenía que acostumbrar al ritmo, sobre todo sus piernas, y al hecho de dormir cada día en un sitio distinto: acampando, en casa de amigos…
El tiempo también ha sido un mal aliado en algunas ocasiones.
No por la lluvia, que más bien fue escasa, sino por el viento, muy fuerte en el norte de Alemania y Suecia.
Asegura que a veces era agotador ir en la dirección contraria del viento.
A parte de las inclemencias del tiempo, uno de los aspectos que más ha tenido en cuenta ha sido la alimentación.
Con tantos quilómetros son muchas la calorías que quemas y, por tanto, mucha la energía que necesitas.
Por eso no escatimado para nada en comida, se ha alimentado muy bien.
A parte de la experiencia personal que supone un reto como éste, Sean lo ha hecho porque desde niño siempre quiso visitar Noruega.
En este país tiene parte de sus raíces.
¿Qué mejor forma para descubrirlas?
Vía aftenbladet