Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, afirma que:
«Cada día, mujeres, hombres y niños sufren torturas o malos tratos, perpetrados con la intención de destruir su sentido de dignidad y valor como personas. […] Al prestar un apoyo concreto a las víctimas de la tortura, la comunidad internacional demostrará su decisión y su compromiso inequívocos de combatir la tortura y la impunidad.»
Con la tortura se destruye la personalidad de la víctima despreciando la dignidad intrínseca de todo ser humano.
Las Naciones Unidas han condenado desde sus comienzos la práctica de la tortura por ser uno de los actos más aborrecibles que los seres humanos cometen contra sus semejantes.
La tortura se considera un crimen en el derecho internacional. En todos los instrumentos internacionales la tortura está absolutamente prohibida y no puede justificarse en ninguna circunstancia.
Esta prohibición forma parte del derecho internacional consuetudinario, lo que significa que es vinculante para todos los miembros de la comunidad internacional, aún si un Estado no ha ratificado los tratados internacionales en los que se prohíbe explícitamente la tortura. La práctica sistemática y generalizada de la tortura constituye un crimen contra la humanidad.
Concienciando nuestro entorno podemos acabar con esta atrocidad.