A lo largo de la historia, la migración ha sido una valiente manifestación de la voluntad del ser humano de sobreponerse a la adversidad y tener una vida mejor.

Hoy en día, la globalización y los avances en las comunicaciones y el transporte han hecho que aumente considerablemente el número de personas con el deseo y los medios para trasladarse a otros lugares.

El número total de migrantes internacionales ha aumentado desde unos 175 millones en 2000 a 232 millones de personas en la actualidad.

La migración está ahora distribuida de una forma más amplia en más continentes y destaca que el 49% de los migrantes a nivel mundial son mujeres y que uno de cada diez migrantes tiene menos de 15 años de edad.

El atractivo de obtener un trabajo bien remunerado en algún país rico constituye un poderoso incentivo para la migración internacional y se ha intensificado a medida que aumentan las diferencias de ingresos entre los países.

Esto también se observa dentro del grupo de los países en desarrollo, entre los más pujantes y los menos dinámicos.

Los migrantes mantienen la viabilidad de actividades económicas que, de no ser por ellos se externalizarían.

Al aumentar la población activa y el número de consumidores y aportar su capacidad empresarial, los migrantes impulsan el crecimiento económico en los países de acogida.

En el lugar de origen, una mayor pobreza no produce automáticamente mayores tasas de migración. Lo habitual es que los migrantes internacionales procedan de familias de clase media.

Sin embargo, cuando se establecen en el extranjero, ayudan a los amigos y familiares que siguen sus pasos y, en ese proceso, los costos y riesgos de la migración se reducen, lo que permite unirse a la corriente migratoria a otras personas de ingresos más modestos, aunque no a los más pobres de todos.

Vía Naciones Unidas