Último día que nos reunimos en los locales.
Sin quererlo, se asoma en nuestra memoria el primer día de curso, cuando aún, con un poco de vergüenza algunos, nos reencontrábamos después de un largo verano.
Quizás para alguien de nosotros, éste era el primer día que nos poníamos una pañoleta –la pañoleta- alrededor del cuello.
Ahora ha pasado un curso y vemos cómo han cambiado las cosas…
Ya nos paseamos por los locales de nuestro Grupo como si estuviéramos en casa.
De hecho, después de un año, lo raro sería no sentirse como en ella.
Nos relacionamos con todo el mundo.
Da igual si soy un pequeño Lobato, hablar con los Pioneros mola mucho y me hace sentir mayor.
La única diferencia es la altura.
Alucinamos cómo han cambiado los Castores: cuando empezaron no sabían ni atarse los zapatos y ahora son un proyecto de super scouts.
Recordamos las aventuras que hemos pasado juntos, que nos han marcado tanto que las podemos reproducir como si de una obra de teatro se tratara.
Y lo mejor de todo es que nos siguen haciendo sonreír, reír incansablemente.
Nos sentimos un poco aliviados porque ya no será necesario reunirnos entre semana hasta altas horas de la madrugada para preparar el sábado.
Y de repente, lo que se ahora asoma no son los recuerdos, sino el gusanito.
El famoso gusanito se afinca en nuestro estómago, gran evidencia de cuánto vamos a echar de menos estos sábados.
Pero un verano pasa rápido… ¡y más si hay unos campas de por medio!
¡Feliz final de ronda, scouts!