Unas voces y risitas cerca de mi oído, seguido de un codazo en mi costado, me despiertan.

La desorientación del momento mañanero sólo dura unos segundos, hasta que abro los ojos y soy consciente del inconfundible color anaranjado del ambiente.

Mi reloj biológico no me ha fallado, oigo que una voz se va acercando, me anima a levantarme, vestirme y comenzar el gran día que me espera.

Pero no consigo avanzar, estoy medio dormido y no encuentro mi ropa.

Oigo la cuenta atrás del desayuno y salgo corriendo con una bota y una chancla, ¡y puestas en la cabeza!, pero da igual, más tarde lo busco…

¡Me he puesto fino a galletas impermeables!

Y un vaso de leche bien teñido de chocolate que me harán pasar la mañana con muchas más fuerzas.

Me lavo la cara y los dientes y ordeno la tienda… a ver si en esta encuentro la bota… ¡o la chancla!

«¿De quién es esta camiseta?, ¿alguien ha visto mi pijama? ¡Lo dejé aquí ahora mismo y ya no está!», son muchas de las frases que oigo mientras intento poner mi rincón en orden.

«¡Tengo que darme prisa!» y mientras lo pienso se oye por toda la campa: «¡aaaactocíííívico!»

Y todos corremos a buscar nuestras camisas y acudir a la subida de banderas.

Y ahora… ¡¡actividad!! ¿De qué? Si yo estoy muy agusto descansando…

Pero lo cierto es que me da igual, todas me gustan y me lo pasó tan bien que no tardo ni un minuto en levantarme y ayudar si hay algo que preparar.

Ahora nos hemos juntado todo el Grupo… ha sido intenso, emocionante, alegre, también cansado, pero ¡y lo que me he reído!

He conocido a un ranger que me ha caído especialmente bien y he descubierto por qué dicen que los pioneros están en la edad del pavo…

Llevamos andando lo menos 100 kilómetros y ¡nadie me dice cuándo llegamos! no noto mis pies…

Pero por suerte encontré la bota y a pesar del camino, ¡no tengo ampollas! ¡Yujuuuu!

Cuando llegamos me doy cuenta de que no ha sido para tanto, han sido muchos pasos dados pero, ¿y los cotilleos que me han contado por el camino? ¿y lo que he disfrutado con las vistas? ¡Eso no me lo quita nadie!

Rápidamente nos vamos a la zona de baño, tengo que coger el bañador y la toalla, ¡las chanclas también!

«¡Esperaaaadme!», grito a mis amigos que les veo ya que corren al agua…

¡Tiempo libre! ¡tooooma! Me encanta que los lobatos me den masajes! A ver si encuentro sitio en su zona… que cada año están más solicitados y ya parece que hay que pedir cita como en el médico…

Vuelta a las actividades… ya empiezo a estar nervioso, en un rato vienen mis padres y disfruto enseñando a mi familia el campamento que he creado, que junto a los demás, hemos conseguido transformar en nuestra ciudad.

¡Y encima me han traído mi plato de comida preferido!

Pero antes, tengo el vivak, raid y robinson y he de tener la cabeza fresca para llegar a mi destino.

¡Qué gran experiencia he vivido con mis compañeros y conmigo mismo!

Nos hemos conocido más y hemos tenido que estar muy unidos.

En estos momentos, aunque sé que los responsables me observan, yo me siento la persona más libre del mundo y capaz de marcarme mi camino con absoluta madurez.

Pero toca volver a la campa, ¡no me quedo sin boom por nada del mundo!

Cuando llego al campamento siento que es un momento especial… celebración por lo alto debido al esfuerzo y empeño puestos en el trabajo, ¡Todos nos lo merecemos!

Engullo tanto que mi boca desborda todo, ¡pero es que está tan rico que no sé qué orden llevar, no puedo elegir!

Y menuda velada que hemos preparado… la actuación de mi grupo os va a dejar con la boca abierta, ¡veréis!

¡Ooooh! Grandes amigos que despedimos, o recibimos, porque acabaron sus etapas y pasan a otras… ¡qué penita!… -pero no llores, ¡tío!, ¡que siempre estarán ahí!-, me dicen.

Y tienen razón, el paso significa progresión, y… ¡eso es estupendo! Sonreiré por ellos y su nueva etapa.

¿Ya me toca? ¡Ay mamá que nervios! Todos preparados y yo hecho un flan… ¡qué ni sé por dónde tengo que entrar!…

Hago la Promesa y han sido muchas las pistas, los retos, contratos y proyectos personales que me he marcado para llegar a este momento, pero estoy preparada, ¡más que nunca quiero ser scout!

Cuando me presento a la Corte, todos los nervios se van: ¡qué gran familia!, ¡qué a gusto me siento!

Y viendo cada una de las caras de los demás me doy cuenta de que no tengo palabras ni espacios para agradecer lo que un día Baden Powell creó soñando y construyó con su mente, aquel mundo mejor, ese mundo en el que yo también creo…

Así que solo me toca servir; servirte a ti y a todos los demás.

Al apoyar la cabeza en la almohada improvisada que me he hecho, descubro que es el pijama de mi amiga, pero esta noche dormiré con él y, mientras esbozo un amplio bostezo que termina en una mayor sonrisa, me duermo pensando en lo mucho que se aprovecha un día en un campamento.

Y es que… Ser scout es algo más que un juego y yo quiero esto para el resto de mi vida.

Vía Grupo Scout Sayela