“Entre ellos ninguno pasaba necesidad” (Hechos 4,34). Entre nosotros muchos pasan necesidad. El progreso no es para todos. Las desigualdades se acentúan.
Nosotros ¿qué tipo de vida vivimos? ¿qué nos sobra? ¿qué comodidades nos hacen olvidar las hirientes incomodidades de nuestros hermanos? ¿qué sale de nosotros: la queja por lo que creemos nos falta o la disposición a carecer de algo para que otros tengan lo imprescindible? A través de estos interrogantes mi admirada Arantxa Aguado hace una llamada a la desinstalación que nos cambie la vida.
La solidaridad no consiste en repartir entre “los menos favorecidos” el excedente de los “mas favorecidos” ni en dar de lo que nos sobra sino en organizarlo todo desde los derechos y las necesidades de los más débiles. Ello nos lleva a poner el acento más en la equidad y la justicia que en el bienestar y la calidad de vida. Y para ello la lógica económica se debe poner al servicio del hombre.
Y eso ¿cómo se hace? ¿qué podemos hacer?
Alejémonos del fundamentalismo de los que se creen poseedores de la verdad absoluta y de la sinrazón en la que no hay lugar para la duda. Pero huyamos, también, del relativismo moral que, bajo el disfraz de la tolerancia y apertura mental, todo lo justifica. Porque ¡no todo vale, aunque esté permitido! Como decía Montesquieu “una cosa no es justa por el hecho de ser ley sino que debe ser ley porque es justa”.
Poner la lógica económica al servicio del hombre requiere otra manera de hacer las cosas y una ética que fomente un comportamiento responsable.
La ética no puede resolver los problemas económicos, políticos y sociales de nuestro mundo pero sí puede y debe impulsar lo que sólo con planteamientos políticos y económicos no se puede conseguir.
Debemos impulsar una ética que promueva un cambio de mentalidad y otro estilo de vida; que entre los valores que la soportan haga emerger la conciencia de la responsabilidad individual y social; y que sustituya el egoísmo por el altruismo, la competitividad extrema por la cooperación y el tener por el ser.
Vía: Periodista Digital