Desde Euskal Herria salen, ya de noche, 3 autobuses dirección a Taizé.
Con origen en nuestro hogar, selva donde la frondosidad de las obligaciones y los temores nos impiden ver la luz.
Dónde ver más allá de nuestro círculo más cercano o más adentro de nuestra capa más superficial de pensamientos, resulta harto complicado y queda enmarcado en el mundo de los sueños, alejado de nuestras huellas.
El viaje dura hasta bien entrada la mañana, cuando un sol de justicia nos da la bienvenida a las muy nobles tierras borgoñas.
Tierra de viñedos regados durante siglos con sangre, sudor y lágrimas de las gentes del lugar.
Entonces descubrimos lo que se podría denominar un camping en lo que se podría llamar la nada.
Nada más alejado de la realidad, pronto nos quitamos la venda y observamos que en verdad se trata de una atalaya sin parangón, que se eleva cual suspiro templado en atmósfera gélida sobre la frondosa selva que cubre nuestras vidas.
El ambiente en altura, acompañado de una música que ayuda a enfocar nuestros pensamientos con nitidez y precisión sobre la selva, no afectan a todas las personas por igual.
Hay quién se asusta y reniega de aquello que está viendo.
También los hay que quedan deslumbrados y encerrados en un mundo fantástico de cuentos y paranoias que se alejan de la realidad como un globo de helio se aleja de la tierra para explotar en un lugar muy lejano, un lugar cercano al absurdo.
Sin embargo, ¡somos eskaut!
No nos dejamos deslumbrar y mucho menos asustar.
Consideramos con seriedad y naturalidad aquello que por medio de la reflexión se nos presenta.
Para comprender y analizar los nuevos descubrimientos nos ayudamos de aquellos cuentos y paranoias llenos de helio, que con cuidado amarramos a tierra para que no nos alejen a ese lugar en el que pierdan toda relación con realidad que pretendemos transformar.
Llega el momento de compartir puntos de vista y descripciones de un mismo paisaje, todo parece claro desde las alturas de Taizé, pero nada hay más bello y enriquecedor que compartir puntos de vista para completar la imagen que tenemos de la selva.
Podría parecer que el trabajo ya está hecho, hemos cumplido y nos vamos.
Pero no seríamos serios si no dibujásemos un mapa con esa imagen de la selva que hemos construido en nuestra imaginación.
Porque una vez volvamos, todo se tornará oscuro de nuevo, perderemos las referencias y lo que antes parecía claro quedará borroso.
Taizé nos ayudará, en este sentido, a volver a nuestras vidas con las ideas más claras y un renovado plan de trabajo.
No tenemos un reto fácil los eskaut, y nada más valioso que una creencia firme en lo que hacemos para mantener imperturbable nuestro rumbo incluso en la frondosidad de la selva.
Las/os trebeak de Amurrio Eskaut Taldea
Vía Goitibera