Tienes 8… 15… 20 años, o quizá más.
Vas a la escuela, a la facultad o al trabajo.
Tienes todo el futuro por delante.
Quizás estás casado, o eres seminarista, o sacerdote, o religioso o religiosa, y, al mismo tiempo, formas parte, desde hace poco tiempo o muchos años ya, del Movimiento Scout.
Te gusta la vida de patrulla, las actividades, el campamento, la noche bajo la tienda, la vida en la naturaleza, las veladas alrededor del fuego.
Tú sabes que en el mundo hay al menos treinta millones de niños y jóvenes, o menos jóvenes, que se han unido al Movimiento e intentan vivir y trabajar como hermanos para el desarrollo de la paz.
Como todos ellos, tú aprendes a pensar primero en los demás, a ser responsable, a hacer crecer tu personalidad, a desarrollar los dones que Dios ha puesto en ti, a ser cada día más persona, a desarrollar todas las dimensiones de tu ser para construir el mundo de hoy y de mañana.
Sabes, sin duda, que el Movimiento al que perteneces se enraíza en una historia.
Sabes que nació en la cabeza y el corazón de un general británico, Lord Baden-Powell, y que, después del primer campamento en la isla de Brownsea en 1907, nada ni nadie ha podido impedir su extensión a través del mundo.
Pero tú practicas o has practicado escultismo católico.
¿Te has preguntado si alguien había trabajado con Baden-Powell para hacer entrar el Escultismo en la Iglesia Católica?
Pues bien, sí.
Entre muchos otros en cada uno de nuestros países, hay un nombre que deberías conocer: Jacques Sevin, nacido en 1882 y que está en proceso de beatificación. Ante la propuesta del padre Sevin de crear escultismo confesional católico en Francia, Baden-Powell acogió muy favorablemente la idea y más tarde acabaría confesándole que “solo la Iglesia Católica ha entendido el escultismo como yo lo había soñado”.
En el libro elaborado por la CICE que os mostramos a continuación tendréis ocasión de conocerle mejor, a él y a nuestra historia.