Por eso, y por primera vez, el hecho de que scouts de toda Extremadura nos hayamos puesto de acuerdo para organizar una actividad conjunta como esta es un acontecimiento digno de ser continuado en el futuro.
El segundo motivo de alegría es que haya sido Guadalupe el destino de esta primera ruta conjunta.
No es lo mismo, desde el punto de vista organizativo y educativo, una actividad de un día, que una ruta o acampada que exige dormir fuera.
La dificul tad para armonizar el silencio, el orden, la comida, la logística, los diferentes modos de mandar callar o de organizar la formación… pueden hacer que ‘salten chispas’ si no hay un buen espíritu scout.
Por primera vez, en la corta historia de los scouts católicos de Extremadura, no ha habido problemas en la coordinación de esta actividad.
Junto al modo y al lugar, la tercera satisfacción que nos llevamos es el tiempo; no se trata del tiempo meteorológico, que ha sido excelente, en estos últimos calores del verano que anticipan un otoño suave, sino el tiempo ‘histórico’ de la actividad.
Un momento de definición del escultismo católico en España y en Extremadura, si bien por distintos motivos, y que nos sitúa en un tiempo de saber quiénes somos y qué estamos llamados a ser, como scouts y como parte de la Iglesia.
En la gran familia de los amigos de Jesús, ¿qué papel debemos desempeñar los scouts?
Os esbozo una primera respuesta: Podemos ser la avanzadilla por medio del servicio y del amor a la naturaleza, y acompañados por nuestros Obispos, de los niños y jóvenes que aspiran a ser y a hacer personas felices en un mundo donde pocos lo son.
Estos tres días, los scouts de Aquae, Amanecer y Sant Yago han confirmado que piano piano si va lontano (despacio, despacio, se llega lejos) y que, por encima de organizaciones y estructuras, hay que compartir primero un mismo espíritu y un mismo estilo de hacer las cosas, basado en el servicio, sin perder nuestra esencia scout y teniendo claro (con algún despiste que siempre se perdona) quiénes somos.
Carlos Ongallo