Así que con las mochilas cargadas y muchas ganas de pasarlo bien, marchamos todo el fin de semana rumbo a San Cosme, muy cerca de Culleredo.
A pesar de que el hombre del tiempo nos había avisado de que habría grandes chubascos y tormentas, tuvimos mucha suerte y nos pusimos a cubierto a tiempo.
Tras inspeccionar la zona de acampada y reconocer el lugar, montamos las tiendas de campaña en una zona recogida del viento y del frío.
Casi sin darnos cuenta llegó la hora de comer y, después de jugar un buen rato, rebuscamos en las mochilas los bocatas que traíamos preparados.
Menos mal que un palco de la fiesta y un pequeño comedor nos sirvieron como abrigo de los múltiples chaparrones que cayeron durante todo el día.
Una de las actividades preferidas de los lobecos de Ronsel es la de aprender nuevas técnicas y construir toda clase de refugios y artilugios, desde una escoba de helecho hasta un gran vivac.
Así que tras reposar la comida, nos pusimos manos a la obra para encontrar madera con la que hacer nuestra construcción.
Bajo techo, eso sí, montamos entre todos un gran vivan donde había sitio para todos nosotros y también para «TÚ», un perro perdido que los lobecos llevaron de vuelta con su dueño.
La lluvia nos dio un respiro para jugar cuando ya era de noche y aprovechamos para aprender juegos nuevos y recuperar muchos otros que ya teníamos olvidados.
Menos mal que los lobecos montaron bien las tiendas de campaña, ¡porque hasta la mañana siguiente la lluvia y el granizo cayeron sin parar!
Los desayunos de campamento… siempre son los más ricos.
¡Y en nuestro caso aún más!
El sol apareció por la mañana temprano acompañado de una sorpresa en forma de napolitanas de chocolate para todos.
Aprovechamos para evaluar toda esta Xeira Solar, las actividades que hicimos y las cosas pendientes que queremos hacer el año que viene, así como muchas ideas que harán que el campamento de verano sea inolvidable.
Hasta tuvimos tiempo para celebrar la promesa de una compañera y despedirnos de San Cosme con un montón de anécdotas divertidas.
El día ya se estaba terminando… y tras recoger todo el material y cargar la furgoneta, un bus privado vino a recogernos para llevarnos a la base scout de Sada.
¡Sin duda esa noche todos los lobecos (y sus responsables) durmieron de miedo!
Y por supuesto soñando ya con el próximo campamento que harán todos juntos.