Hoy hablamos del ritmo a llevar caminando y los horarios que deberíamos respetar cuando salimos a caminar.

El ritmo

Varias cosas a tener en cuenta…

  • El peso, cuanto más llevemos en la mochila más lentos iremos y nuestros recorridos serán más cortos; el peso de la mochila determinará el ritmo del grupo, de modo que es conveniente buscar un equilibrio entre la distancia de la marcha y el peso de la mochila.
  • Hay que tener en cuenta que en un grupo grande como los nuestros, hay mucha diferencia de ritmos, la unidad del grupo no debe perderse pero, igual que no obligaremos a todos a ir al ritmo del más rápido, tampoco iremos todos al ritmo del más lento.
  • Teniendo esto en cuenta, haremos el planteamiento de nuestra ruta: marcaremos un ritmo en función de la distancia a recorrer, el tipo de terreno (no es lo mismo caminar en llano que en subida, en suelo seco o con nieve o hielo, etc.), el tiempo que tenemos (teniendo en cuenta las horas de luz, la previsión meteorológica… especialmente importante tenerlo en cuenta en salidas en alta montaña) y las condiciones del grupo.
  • Si el grupo no tira, hay que evaluar la situación: ¿cuánta gente no puede tirar más? ¿cuál es su estado? ¿qué pasa si dividimos el grupo en dos? ¿es conveniente forzar y seguir adelante? En cualquier caso, bajo ningún concepto nadie se quedará solo.
  • Generalmente, se suele empezar a un ritmo tranquilo y se va aumentando paulatinamente hasta conseguir un ritmo óptimo con el que todos nos sentimos cómodos.

Los horarios

Generalmente, éstos van asociados con las horas de sol que disponemos, por eso los horarios varían un poco en función de la época del año.

No obstante, hay aspectos que siempre hay que tener en cuenta:

  • En montaña, lo ideal es llegar a nuestro destino sobre las 14:00 o 15:00, pues a partir de la tarde es cuando suelen complicarse más las condiciones meteorológicas.
  • Teniendo en cuenta esto, escogeremos la hora de salida. Si es necesario, empezaremos a caminar a las 5 de la mañana (algo muy común en alta montaña, cuando es aconsejable alcanzar la cima antes de comer).
  • Durante las horas centrales del día, y esto sirve tanto en verano como en invierno, el sol es más intenso. Esto no sólo significa más calor, sino también más posibilidad de deshidratación (por tanto necesitaremos más agua, lo que significa llevar más peso en la mochila), cambios en el terreno (especialmente si hay nieve), falta de sombra y posibles insolaciones, etc.
  • Sed conscientes con quién estáis realizando la marcha: no es lo mismo un castor que un pionero, claro está. Seguramente un castor necesitará más paradas para descansar, comer algún tentempié… esto dilata las horas de excursión.
  • Hay que establecer puntos de control de horario: cada ‘x’ horas, controlar el tiempo y si no vamos según lo planificado, valorar qué opciones tenemos.
  • Es importante ir con precaución y, si vemos que el día se tuerce, recular o parar la marcha. Darse la vuelta no es traumático, sino inteligente. Una retirada a tiempo es siempre una victoria.

Resumiendo:

  • No somos ni ironmen ni ironwomen, somos scouts y no superhéroes. Esto significa que tenemos que buscar un equilibrio entre el peso, nuestra condición física y la exigencia de la marcha.
  • Estableced un peso máximo de mochila para que nadie sufra más de la cuenta (¡tened en cuenta que hay quien se corta hasta las etiquetas de las camisetas para reducir peso!): no es necesario llevar de todo en la mochila, no somos Doraemon y, por tanto, no tenemos la bolsa mágica, tenemos que priorizar.
  • Hacer una planificación de nuestra ruta teniendo en cuenta el ritmo que podremos llevar y el tiempo que tenemos para realizar nuestra excursión. Y, durante la marcha, hacer controles de horario.
  • Intentar mantener la unidad del grupo y si esto no es posible, dividirse en dos partes, pero evitando subgrupos pequeños.
  • Valorar todo el contexto: meteorología, tipo de terreno, tipo de grupo, estación del año, objetivo, capacidades, condiciones físicas… y nunca ponernos en riesgo.

Inspirado en Encorda2 y foto