Los seres humanos tenemos tendencia a considerar que «lo nuevo» es siempre lo mejor, lo que nos trae la felicidad, la verdad, la amistad….Y no siempre es así. O tal vez lo que ocurre es que no lo gestionamos bien.

El italiano Guillermo Marconi o el serbio Nikola Tesla inventaron la radio a finales del siglo XIX, aunque la fama se la llevó el italiano.

La radio salva vidas, nos informa de la actualidad al segundo a través del oído, que es la antena por la que captamos más información, más personal y más importante.

García Morente sintió la presencia de Dios mientras oía música en un aparato no estereofónico, ni digital, ni nada.

También la radio fue la palanca que movió los corazones y las vísceras de un pueblo tan culto como el alemán para que apoyase masivamente a Hitler.

La televisión ha llenado muchas soledades y nos permitió asistir en directo al cambio de milenio durante el ataque a las torres gemelas de Manhattan –pasado mañana se cumplirán diez años-.

Algo tendrá el agua cuando la bendicen, o sea, algo tendrá la tele cuando casi todo el mundo intenta tener la suya, sobre todo los políticos, aunque es posible que ahora muchas cadenas públicas se pongan en venta, por lo de la crisis más que nada.

Crisis inducida en parte por el estatus de vida lujosa y despendolada que nos ha propuesto la tele durante tantos años de vacas gordas.

La tele entra por los ojos y a los ojos, menos entrenados por la evolución que los oídos, es fácil engañarles.

Lo ha dicho ‘el parte’, ‘Radio París’, la BBC o ‘La pirenaica’, decían nuestros abuelos para indicar la importancia y la veracidad de una noticia.

Ha salido en la tele, confesaron nuestros padres y nosotros mismos para apoyar una opinión.

Ahora los más jóvenes –y los no tan jóvenes- bebemos en las fuentes de Internet y de las ‘redes sociales’.

Ni la radio, ni la tele, ni Internet, ni sus redes sociales son fuente de verdad en si mismas.

Como toda tecnología, necesitan un análisis crítico y un discernimiento para podernos fiar mínimamente de ellas.

La familia, la escuela que acaba de abrir sus puertas, los movimientos juveniles, el grupo de catequesis, cualquier grupo social que proporcione verdaderas relaciones humanas es donde hay que cargar las pilas para usar bien las nuevas tecnologías, que hoy en día son imprescindibles, sin que nos engañen ni nos utilicen, sino que nos ayuden a crecer en espiritualidad y en humanidad.

Antonio Matilla
Sacerdote
Consiliario General del Movimiento Scout Católico