En esta entrevista Pablo Pérez, de Scouts Católicos de Castilla la Mancha MSC yb que formó parte de la delegación que viajó a Viena el pasado diciembre, nos explica la emoción que supone para un scout ir a recoger la Luz de la Paz.

¿Por qué merece la pena recorrer tantos kilómetros para recoger la Luz de la Paz en Viena?
Ufff… ¡por todo! Son un montón de vivencias condensadas y por cada una de ellas merecería la pena hacer el viaje. Y además, una vez que lo has vivido, valoras mejor el hecho de que la Luz venga desde Belén hasta el lugar en que la recoges. Creo que a partir de ahora viviré la Luz de la Paz de forma más intensa, todos los años.

¿Qué tal el viaje?¿Cuántos días tardasteis en llegar?
Fuimos en tres días. La primera noche dormimos en Montpellier, en casa de un matrimonio scout de allí, la segunda en Kandersteg y al tercer día ya llegamos a Viena. La verdad es que se hace un poco largo, sobre todo porque, como es invierno, cuando llegas a cada destino ya es de noche. Pero ¡merece la pena!

Pasasteis por Kandersteg…¿habías estado antes?¿qué te pareció?

No había estado en Kandersteg antes. Es un lugar espectacular, en medio de los Alpes, con un paisaje impresionante. Además es estupendo alojarse en un sitio donde todo el personal es scout. Por la noche estuvimos con ellos tocando la guitarra y ¡cantando canciones islandesas!

 ¿Qué tal fue la ceremonia de recogida en Viena?
Fue muy sencilla, casi familiar. Me sorprendió la cantidad de niños que vinieron con muchas de las delegaciones: la mayor parte de los que recogieron la Luz eran chavales.

¿Qué se siente una vez tienes la Luz en tus manos?

Emoción. Y un poco de miedo, la verdad: ves la llama tan frágil…

Os encontrasteis nieve yendo a Austria pero los problemas los vivisteis a la vuelta, ¿no? ¿qué os pasó?

Un viaje así da para muchas anécdotas. En Viena, a punto de ir de ir a la ceremonia, perdimos un teléfono en el mercado de invierno del ayuntamiento. Una plaza llena de gente. Además de ser el número de contacto, ¡es donde teníamos la oración que había que hacer en la ceremonia! Pues bien, llamamos, lo cogió un hombre y conseguimos quedar con él para que nos lo devolviera. Casi no lo podíamos creer.
Luego el viaje de vuelta fue tranquilo (aunque hacer 1800 km en una noche tiene su aquél). Y, después de haber cruzado media Europa, había problemas en las carreteras ¡de Castilla – La Mancha! Pensábamos que nos íbamos a quedar tirados por ahí, pero al final pudimos volver a casa.

Después había que traerla a España…¿mucha responsabilidad?

Creo que hay que vivir el momento para entender del todo lo que significa traer la Luz desde Viena. No te das cuenta del todo de lo que supone hasta que te subes a la furgoneta y piensas «bueno, ahora hay que llegar a Barcelona con la Luz».

¿Con qué momento te quedas de la ceremonia de Barcelona?

Con el momento en que fueron a buscarnos para que encendiéramos la luz. Estaba toda la iglesia apagada, salvo nuestras lámparas. Fue muy emocionante.

 ¿Puedes definir el viaje a por la Luz con tres palabras?
¿Pueden ser cuatro? «Un viaje de fe».