El cazar animales salvajes con una cámara es mejor deporte que matarlos con un rifle.

Por una parte tienes que acercarte más a ellos, y esto significa un acecho más cuidadoso e inteligente.

Y, por supuesto, cuando estás tratando con animales peligrosos es un poco más espeluznante y emocionante.

Hay dos clases de acechadores.

El europeo está generalmente más impaciente de obtener su pieza.

Acecha de prisa y consecuentemente alarma a su animal antes de que pueda acercarse a cumplir su propósito.

Un fotógrafo necesita docenas de intentos antes de obtener una buena fotografía.

El cazador nativo, por otro lado, se arrastrará y se congelará parado o se acostará inmóvil durante horas, durante un día si es necesario, pero sigue y sigue.

Su gran arma es la paciencia y con paciencia obtiene éxito.

Como un pescador.

Ves una figura encorvada, sentada en un bote, hora tras hora, llueva o truene.

Bueno, es sólo con paciencia infinita que esos tipos pescan.

A veces el pescador lo pasa mal cuando el viento o los arbustos enredan su línea y se enreda de modo desesperado.

El hombre normal lo llenaría de improperios y trataría de desenredar la marafia con determinación, sólo para encontrar que se había anudado antes.

Pero el verdadero pescador sabrá que la única manera de lograrlo es ponerse a trabajar lentamente y con cuidado para sacar los hilos enredados y separarlos aunque se tarde mucho, terminará con «todo arreglarlo».

De nuevo es la «Paciencia» la que se lleva la palma.

En algún lugar he escrito: «más carreras se han frustado por falta de paciencia, que por la bebida o el crimen».

He visto a muchas personas fracasar en su trabajo sólo porque se aburrieron de él y se disgustaron con el patrón o se desilusionaron con los malos resultados de sus esfuerzos.

Si hubieran silbado quedamente esa vieja canción «Espera hasta que las nubes pasen» y se forzaran a sí mismos a seguir trabajando, hubieran tenido éxito al final.

Pero no, tiran todo por la borda y luego se sorprenden porque no progresan en la vida.

Todo el mundo (y tú también), va a encontrarse con disgustos y contratiempos de vez en vez, pero te recuperarás si sólo te pellizcas y dices «Paciencia».

Vía Rema tu propia canoa