En abril de 2006, cuando un accidente de autocar en Lena segó la vida de cuatro chavales y monitores y dejó heridos a una treintena, los integrantes y antiguos miembros del San Miguel asumieron un compromiso: «La carretera nos ha robado a cuatro de los nuestros y eso es irreparable, pero no dejaremos que nos robe además el grupo, que es parte importante de nuestras vidas».

Los scouts de Pumarín han cumplido con la palabra empeñada entonces y estos días festejan un cuarto de siglo a pie de barrio y con la pañoleta amarilla y verde al cuello.

Fue el 4 de noviembre de 1984 cuando se reunieron en un piso cedido temporalmente por la parroquia que habían limpiado y pintado en un par de fines de semana.

Gonzalo Suárez Menéndez alentó aquel encuentro de 25 jóvenes, hace 25 años. El sacerdote llegó destinado al barrio y en poco tiempo les contagió la idea de iniciar un nuevo proyecto juvenil.

El Grupo Scout San Miguel es hoy uno de los tres más antiguos de la asociación Scouts d’Asturies y cientos de personas se han formado en él a lo largo de estos años. De aquellos 25 miembros iniciales se ha pasado a los cerca de 60 de la actualidad, si bien llegó a superar el centenar de scouts en alguna época.

«Yo me había formado en el Grupo Scout de Escamplero y me parecía interesante el modelo de persona que proponía el escultismo, con su sentido de lo simbólico y su pedagogía activa», asegura Gonzalo Suárez, promotor de los dos grupos citados y, posteriormente, de otro más en San Martín de Teverga.

Los primeros años

Este cura de Las Regueras, que en la actualidad está al frente de la parroquia mierense de Santa María de Figaredo, recuerda: “empezamos con muchas dificultades, pero la cosa fue cuajando” y constata que no hay grandes diferencias entre el desarrollo del escultismo -como se conoce el movimiento scout- en un ámbito rural, como era Escamplero, o en un barrio obrero, en el caso de Pumarín. “El escultismo se vierte cada vez en un molde diferente”, afirma.

La austeridad marcó los primeros años de vida del grupo, que organizaba rifas o freía y repartía churros a domicilio en el barrio los domingos por la mañana para financiar algunas de sus actividades de tiempo libre.

Desde los inicios se instauró la llamada caja de solidaridad, un fondo que iban manteniendo voluntariamente las familias que podían para que ningún chaval se quedara sin campamento por problemas económicos.

El grupo vivió en Covadonga su primera excursión y concluyó la ronda solar (el curso) de su fundación con una salida a Deva.

La Finca La Torre, en Roces, y la antigua escuela de Camoca, en Villaviciosa, fueron el destino de sus primeras pernoctaciones y campamentos de Navidad y Semana Santa.

En ellos se iba inculcando a los guajes valores como el respeto a la naturaleza, el compañerismo, la fe y la educación para la paz.

En torno a los fuegos de campamento, Gonzalo solía contarles a los chavales que, como ejemplo de convivencia, en los Jamboree o campamentos mundiales se obliga a acampar juntos a los scouts de naciones que están enfrentadas en guerras.

Marcelino del Río, uno de los fundadores del grupo y que fue coordinador del mismo, recuerda: “educábamos a los muchachos para ser hombres y mujeres de futuro con valores, y hoy en día son gente comprometida, tolerante y con espíritu de buena voluntad”.

“El compromiso con la sociedad se vive desde el inicio en los scouts”, añade Lorena Montes, otra ex coordinadora.

Tiempo de celebraciones

Los scouts de Pumarín inician este mes los actos del 25 aniversario, que se extenderán hasta el mes de junio. El día 22, domingo, se reunirán en la parroquia en torno a un proyección audiovisual, una espicha y una misa.

Otra de las actividades previstas es una exposición de imágenes que recorrerá la historia del grupo.

Han contactado con la Asociación de Vecinos Severo Ochoa, de Pumarín, para exponer la muestra en sus locales. Quieren seguir aportando al barrio que les vio crecer y que les brindo su apoyo y su cariño en los días más dolorosos.

Fuente: www.elcomerciodigital.com