Feliz Pascua de Resurrección, que todos los santos tienen octava y más este, Jesucristo.
Pascua es tiempo de alegría, de esperanza, de ver la botella medio llena porque las fuerzas del mal están llamadas al fracaso; o mejor, las fuerzas del bien ya han triunfado, solo que no siempre se notan y, como no hay mejor ciego que el que no quiere ver, pues eso, que nos cuesta ver lo mucho de positivo que hay en nuestra vida.
La Pascua, por otra parte, no está reñida con la crisis, porque crisis grande fueron los días de la Pasión, con la condena injusta del Bueno y el inmovilismo de los mediocres de la época.
Y de esa gran crisis histórica, de la espantosa noticia de que Dios había muerto –Nietzsche dixit-, resultó un triunfo de la Vida.
Pero sucede que los ritmos personales o comunitarios, no siempre siguen los tiempos litúrgicos y podría ser que, al empezar el tiempo de Pascua, estemos entrando en plena Pasión.
Cualquier tiempo es malo para ponerse enfermo, o para cerrar una empresa -un puñado de trabajadores de patitas a la calle-, o para anunciar que se van a recortar siete mil millones de euros en Sanidad y tres mil en Educación.
Son unas cuantas muestras, entre muchas, de que estamos en tiempo de Pasión.
Han cambiado un poco los personajes y la policía del Templo de Jerusalén es ahora la banca, que tiene cerrado el grifo del crédito; los soldados romanos, que mandan más y no sueltan la presa, se han disfrazado de ‘los mercados’ y el Sanedrín se ha dividido en dos secciones, la farisea Moodie’s y la saducea Standard and Poor’s.
Los Gobiernos, nacional y autonómicos, a lo más que pueden aspirar es a ser la portera de Caifás, cosa importante pues es la que va dando paso a escena a los actores de la tragedia.
La causa de acusación que han escrito en la tabla clavada en la cruz, en inglés, alemán y francés reza: ‘Las Comunidades Autónomas, origen del déficit’.
No le faltaba razón a Pilatos con aquello de ‘El Rey de los judíos’, solo que el Reino no era como se pensaba.
También aciertan los que ven en nuestro Estado de las Autonomías la causa de mucho despilfarro.
Y, mientras tanto, el actor principal, Dios Padre, envía el Espíritu Santo a nuestra conciencia y confía en nuestra responsabilidad para que no erremos en la sentencia.
Antonio Matilla, sacerdote
Consiliario General del Movimiento Scout Católico