Nuestra forma de trabajar o convivir democrática y de diálogo no nos salva de caer en discusiones: entre niños/as, responsables, grupos y asociaciones, kraal y familias o comunidades de referencia. Pero no tomes el conflicto como algo necesariamente negativo. Los grupos necesitan el desacuerdo para desarrollarse y sobrevivir.
De hecho, el conflicto aporta beneficios personal o grupales, pues
- Favorece el pensamiento divergente, creativo e innovador ante la pluralidad de los puntos de vista,
- Aumentando la calidad en la toma de decisiones así como nuevos sistemas de comunicación y relación
- Incrementa la motivación y cohesión de los miembros del grupo como colectivo,
- Supone un reto para las propias capacidades/aprendizaje de nuevas habilidades.
Pero ese mismo desacuerdo, puede convertirse en un riesgo para el grupo si la actitud de los implicados tienden poco a la cooperación, siendo inflexibles con las opiniones de los demás o comunicándose de forma agresiva incapaces de llegar a un pacto común. En estos casos, es necesaria la figura del Mediador Scout.
¿Qué es un Mediador Scout?
Es decir, una persona neutral, ajena al conflicto y sin interés alguno en el tipo de solución del conflicto que ayuda a que las partes implicadas lleguen a un consenso común. Es importante que el mediador sepa que su opinión no debe influenciar en la resolución.
Lo primordial es que escucha activamente y facilita la comunicación entre las diferentes partes, creando un ambiente de diálogo. De esta manera, promueve que las partes implicadas propongan planteamientos positivos y acuerdos, a través de la reflexión de posibles alternativas y puntos de vista.
Pero al igual que nos dicen ‘no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado’: