Día de muchas emociones, reencuentros, nuevas amistades… y viaje.
Todo buen campamento empieza con un viaje.
Este transcurrió sin problemas y llegamos al campamento incluso antes de lo esperado donde, en contra de todo pronóstico, nos recibió un cielo despejado y soleado.
Durante la tarde la actividad estrella fue el montaje de tiendas.
Poco a poco construimos esta pequeña civilización que será nuestro hogar las próximas dos semanas.
Pero no todo fue de color rosa e idílico.
Conforme el montaje progresaba unas nubes negras se acercaban poco a poco desde el horizonte, amenazando con truenos interrumpir nuestra tarea a mitad.
Cada vez más cerca y más tiendas terminadas, sólo quedaban las de monitores y compañeros.
La mitad de los palos de una tienda de monitores sin aparecer y la tormenta prácticamente encima.
De repente cesan los truenos.
En ese momento a alguien se le ocurre levantar la mirada y descubrimos lo que amenazaba desde hacía rato: la tormenta justo encima del campamento.
Increíblemente no llovió ni una gota y la tormenta pasó de largo.
Continuamos con las actividades tal y como estaban planeadas: la tropa y lobatos a sus juegos y los pioneros con sus construcciones.
Al caer la noche otra tormenta pasó por campamento, pero esta vez no tuvimos tanta suerte.
Podemos resumir en que resultó una noche pasada por agua, pero los scouts disfrutamos hasta en las condiciones más adversas, de forma que aquello no nos quitó la sonrisa.
Durante la cena cayó la peor parte, un par de tiendas de tropa se mojaron un poco, los habitantes de una de ellas, pasaron la noche en la tienda de los compis.
El resto de la noche fue más tranquila e incluso los hubo que se aburrían en su tienda y salieron de ella en mitad de la noche.
Los peques durmieron de un tirón.