Cuando yo era un cura recién estrenado, José Manuel Romo y yo íbamos a celebrar la misa a la aldea de Rebollosa, que pertenece a Herguijuela de la Sierra y está bañada por el río Ladrillar.

Normalmente llegábamos desde Riomalo de Abajo y atravesábamos el río por un sencillo puente de palos y tablas cuando traía poco agua.

Si venía crecido, había unas tablas fuertes y unos poyetes de cemento en los que, apoyando las tablas, construíamos nuestro propio puente.

No sé si cuando se publiquen estas líneas tendremos ya Papa o esperaremos fumata blanca.

El Papa ha heredado el título de pontífice, un cargo simpático en el Imperio romano, porque se dedicaba a ‘hacer puentes’, facilitando así la vida de la gente, ya de por sí bastante dificultosa, cuando no trágica.

Tender puentes es la tarea del Papa, puentes que nos lleven al encuentro con Dios.

Puentes hay que no sobrevuelan ningún río, huida el agua de éste a otros parajes; otros han sido arrasados por la riada de la historia y los hay que son unas meras tablas con las que uno va construyendo sobre la marcha un paso a la otra orilla.

Algunos desearán que el nuevo Papa sea un magnífico ingeniero que construya airosos puentes para el turismo o para colgar fotos en alguna ‘red social’.

Yo deseo, simplemente, que me provea de tablas para poder seguir dejándome asustar por la potencia de la corriente que brama bajo mis pies, sin que esta me arrastre.

El lunes, en la parroquia de San Juan Bautista, la filósofa Miriam Ramos nos contó las tablas que utilizó Edith Stein –Santa Teresa Benedicto de la Cruz, patrona de Europa- para construir trabajosamente su puente hacia Dios, puente que ni las aguas turbulentas
del nazismo consiguieron arrastrar, aunque a ella la llevaran al martirio, gaseada en Auschwitz.

El martes debió hacer lo mismo, con la persona de D. Leopoldo Calvo Sotelo, el teólogo salmantino Ángel Cordovilla, emigrado a Madrid como tantos otros jóvenes salmantinos.

¡Qué difícil es ser profeta en la propia tierra!

A mi modo de ver, esta es la cuestión espiritual de nuestros días, la cuestión de Dios.

El agua de la historia baja embravecida, pero Dios sigue esperándonos en nuestra orilla.

¿Podrá el nuevo Papa proveernos de tablas?

¿Se las aceptaremos?

Antonio Matilla, sacerdote.
Consiliario General del Movimiento Scout Católico