Taro Aso, ministro de Finanzas del Japón, acaudalado carroza de setenta y un años, ha pedido a los ancianos de su país que vivan todos los años que puedan, pero que si se ponen enfermos, se den prisa en morir, para que el Estado no tenga que pagar su atención médica, pues una persona puede generar, en sus últimos meses de vida, hasta un ochenta por ciento del gasto sanitario que hubiera acumulado durante el resto.
A pesar de la globalización, Japón nos cae demasiado lejos y nos viene hasta bien que sea así, porque tenemos a quien cargarle el muerto, nunca mejor dicho y no ver que, entre nosotros, esas mismas ‘ideas’ van apoderándose de la gente, a la chita callando, a la película proyectando y al debate vociferando.
Pero bueno, mientras las diga un japonés, nosotros quedamos –provisionalmente- libres de polvo y paja.
Los tiempos han cambiado, en general para bien, pero no siempre.
En nuestro mundo las diversas culturas se entrecruzan y mezclan, pero con desigualdad de fuerzas.
En Japón, por ejemplo, las tradiciones son muy respetadas y los ancianos venerados.
Pero la ‘cultura’ de la eficacia, la productividad y el recorte es muy poderosa y, cuando llega al Ministerio de Finanzas, peligrosa para la salud de los ancianos.
El Cristianismo, que no es una cultura aunque la genera, uno de los fallos que ha cometido ha sido el de considerar a la persona como el centro de todo el sistema social, económico, político, educativo y cultural.
Ya casi nadie se acuerda de que eso viene de las tres personas de la Santísima Trinidad, de cuya ‘personalidad’ participamos los humanos, creados libres y responsables, pero es lo que hay.
Doctrina peligrosa, porque personas son los ancianos y los niños, los guapos y los feos, los locos, los pobres, los excluidos, los desahuciados, los enfermos, los masacrados por la guerra, el hambre o la droga, los futbolistas mediáticos y las esculturales modelos de pasarela.
Toda persona es acreedora de dignidad y merecedora de respeto.
La biología nos dice, para remate, que hay un continuo desde la concepción hasta la muerte natural, con atención médica permanente, que para eso está.
Al Sr. Taro Aso parece que le va bastante bien a pesar de la crisis, pero los ricos, creídos, listos y poderosos, también dicen tonterías.
Antonio Matilla, sacerdote.
Consiliario General del Movimiento Scout Católico