En los últimos 30 años hemos perdido tres cuartas partes de la capa de hielo flotante de la cima de la Tierra.
El hielo refleja gran cantidad de calor solar hacia el espacio y mantiene así fresco al planeta y estabiliza los sistemas meteorológicos.
Proteger el hielo significa protegernos a todos.
Aunque nos suena lejano, que el Ártico se derrita nos afecta a todos ya que es vital para el funcionamiento global del clima del planeta.
Para evitar los impactos más catastróficos del cambio climático, es necesario mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC.
Si la temperatura aumenta por encima de esos 2ºC, el Ártico desaparece.
Y, ¿qué pasará a la vez en todos los rincones del planeta?
Las estaciones, las cosechas, los alimentos que podemos cultivar, los bosques, las playas y el nivel del mar, las especies de animales… cambiarán de manera irreversible.
El Ártico está amenazado por las prospecciones de petróleo, la pesca industrial y los conflictos.
Las compañías y los gobiernos quieren buscar petróleo en las aguas desheladas del Ártico.
Shell, BP, Repsol, Exxon y Gazprom, entre otros, se han unido a la fiebre del Ártico y prefieren arriesgarse a un vertido por poder extraer petróleo que sólo cubriría la demanda global durante tres años.
Para perforar el Ártico, las petroleras tienen que apartar los icebergs que sus plataformas encuentran en el camino y derretir el hielo flotante con mangueras gigantes de agua caliente.
Si permitimos que lo hagan, la llegada de un vertido catastrófico es sólo cuestión de tiempo.
Todos dependemos de la salud del Ártico.
En 1979, millones de personas comenzaron una dura campaña para proteger la Antártida, presionando a sus gobiernos para que asumieran una posición de responsabilidad en la protección.
Y finalmente, tras 7 años, la Antártida se convirtió en un símbolo global de protección del medio ambiente.
Así la Antártida quedó protegida por el Tratado Antártico que establece que el territorio se utilizará solamente para fines pacíficos, establece la libertad de investigación científica y prohíbe toda actividad militar en el continente así como la reclamación de soberanía territorial.
La presión de millones de personas consiguió que la Antártida fuera protegida.
Hoy volvemos a unirnos, porque salvar el Ártico es salvar mucho más.
La última palabra la tiene la Asamblea General de Naciones Unidas.
Cuantos más seamos, la presión en los líderes mundiales será mayor.
¡Tienen que escucharnos!
Vía Salva el Ártico