Y para recordar el fin de esta guerra, mala y fría y absurda y horrible -como todas las guerras- hablaremos de los valientes scouts que con su honor y valentía ayudaron a menguar los desastres de aquel conflicto.
La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado a escala mundial desarrollado entre 1914 y 1918.
Originado en Europa, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta, por eso se le llama «Mundial».
En su momento fue el conflicto más sangriento de la historia, se calcula que produjo ocho millones de muertos y seis millones de inválidos.
No escapaban de estos horribles cálculos los jóvenes Scouts, muchachos voluntarios que prestaron su servicio a la Corona Inglesa y a la República Francesa y que dieron la vida en aquel conflicto.
El inicio de la Gran Guerra pareció que iba a acabar con el movimiento scout, pero la formación dada a los muchachos a través del sistema de patrullas permitió a 150.000 scouts participar activamente en el conflicto, incluso cuando las estructuras superiores habían desaparecido.
Ayudando a los heridos, sirviendo de enlaces, luchando en la resistencia o trabajando como guardacostas los scouts marinos.
Los scouts más mayores fueron enrolados en los ejércitos.
Más de 10.000 scouters y responsables scouts murieron en combate durante este conflicto.
Pese a estas terribles cuentas, el Movimiento Scout Mundial siguió en pie estoicamente, llegando hasta nuestros días, algo cambiados en funciones, pero con los mismos ideales.