Baloo y Bagheera son dos personajes de la clásica historia El libro de la selva.
El primero es un oso que representa la bondad, el compañerismo y la alegría de vivir.
El segundo, una pantera estricta que personifica la inteligencia y la reflexión.
Más allá de la literatura y de los dibujos animados, estos animales simbólicos tienen mucho que enseñar al mundo entero y, concretamente, a sus chavales -tal y como se refieren los monitores scout a sus educandos-.
Según la Organización Mundial del Movimiento Scout, hay más de 30 millones de scouts.
En Euskadi, solamente teniendo en cuenta los grupos adheridos a Euskalerriko Eskautak, ligados a nivel estatal al Movimiento Scout Católico (MSC), suman más de 3.350 chavales y 500 monitores.
Entre ellos se encuentra Gonzalo Loza.
“Empecé como chaval a los 12 años y aquí sigo”, comenta Gonzalo, un joven getxotarra de 21 años.
Estudiante de Periodismo en la UPV/EHU, en su tiempo libre es monitor de Eskubeltz Eskaut Taldea, de Algorta.
A cargo de más de 120 chavales, los 16 monitores que lo conforman el grupo educan mediante el juego y la aventura con los más pequeños, mientras que con los mayores trabajan, entre otros temas, la concienciación medioambiental, los problemas sociales o el voluntariado.
“Y los más mayores este verano viajarán a Italia, ya que están estudiando a San Francisco de Asís”.
Aunque el escultismo es un movimiento mundial, Gonzalo explica que este se adecúa a la realidad en la que le toca vivir.
“El ideario y la base de la educación es prácticamente la misma, pero hay diferencias entre los grupos de Euskadi y los del Estado u otros países”.
Las más notorias serían la metodología y la simbología scout, además del idioma o la cultura.
Eso sí, la pañoleta no puede faltar.
“Si cada uno de nosotros cambiamos lo que más nos motiva en la sociedad más cercana, terminaríamos cambiando el mundo”.
El caso de Nerea Pejenaute no es muy diferente al de Gonzalo.
Comenzó como chavala en el grupo scout navarro Gundemaro, de Marcilla, y a sus 23 años continúa en él de monitora: “El escultismo es una forma de vida”.
Además de las actividades, colaboran con otras asociaciones a la hora de replantaciones, excursiones, etc.: “Buscamos que la gente se involucre en la sociedad”.
Los boyscout, así comenta Nerea que en ocasiones se refieren a ellos.
“Pero por suerte ya se ha dejado atrás el prejuicio de que el escultismo se vea como algo de chicos”.
Aunque en otros aspectos, opina, no se ha mejorado tanto: “Algunos todavía piensan que somos como los de las películas, que vendemos galletas y vamos al monte a hablar con los animales”.
Ipar Haizea Eskaut Taldea sería otro grupos de scout, en este caso de Bilbao.
Este año, sus 25 lobatos se convertirán en moteros y surferos una vez por semana.
“Cada día preparamos una parte de ese gran juego que terminará con una carrera al final del curso”, explica David Tijero, coordinador del grupo.
Pero de vez en cuando, se entretienen con alguna que otra escapada al monte, “Más a mano no podríamos tenerlo, así que sería una pena desaprovecharlo”.
Vía Diario Deia