Para poder decir que hay una situación de acoso continuado en el marco de relaciones de un grupo de niños y jóvenes, se tiene que dar, fundamentalmente, los siguientes elementos:

1. Un chaval o grupo de chavales ejercen violencia sobre otro

El acoso consiste en ejercer una violencia física (patadas, golpes, etc.), verbal (insultes, motes, amenazas) o psicológica/social (excluir, propagar rumores, gastar bromas pesadas, etc.).

Las consecuencias de cualquiera de estas formas de violencia, de forma continuada para quien las sufre, puede tener consecuencias psicológicas y sociales importantes en su desarrollo.

2. Existe una relación de desequilibrio entre el acosador/es y la víctima

En las situaciones de acoso los acosadores tienen un estatus superior al de la víctima, ya sea porque son más fuertes, más populares o tienen un mayor liderazgo dentro del grupo.

La igualdad debe estructurar la relación entre iguales.

Sin embargo, en las situaciones de acoso, la relación es jerárquica, de dominación-sumisión, entre acosador y acosado.

Se produce una situación de desequilibrio de poder.

3. La situación de violencia y desequilibrio entre los que la ejercen y quien la recibe es continua

El acoso no se produce de forma puntual, debido a algún factor determinado, sino que se dilata en el tiempo.

Se busca cualquier excusa para intimidar o agredir a la víctima y, poco a poco, la situación empeora y se consolida la situación de bullying.

 

La detección del bullying consiste en apreciar en una situación de violencia entre dos o más chavales los elementos anteriores.

Aunque a priori parece muy sencillo, e situaciones reales podemos llegar a tener serias dificultades para detectar un caso de bullying.

 

Extraído del Manual SFH: Cómo actuar ante el bullying en los scouts