La Vall d’Umbrí fue un servicio donde los voluntarios se encontraron con un centro de discapacitados psíquicos que en algunos casos desencadena problemas físicos.
El voluntariado consistió en: organizar actividades físicas y manualidades para los internos, ayudar en la medida de lo posible a la hora de la comida y merienda, dando de comer a los enfermos o recogiendo y sirviendo platos.
En la Frater los voluntarios trabajaron con discapacitados físicos.
Allí les enseñaron las instalaciones del centro junto a la compañía de teatro y el polideportivo, después de esto acompañaron en un paseo a los internos.
Esto sirvió para percatarse de que a pesar de rampas y amplias calles aun hay gran cantidad de dificultades como baches, obras o bordillos elevados. Por último ayudaron en el comedor.
El comedor del padre Ricardo fue otro de los cuatro posibles servicios, los que se decantaron por esa opción trabajaron en la cocina y sirviendo a los que iban a por comida.
Estando allí hablaron con las hermanas del padre y les explicaron el funcionamiento del lugar y se enorgullecieron cuando dijeron que en los años que llevaban sirviendo no habían negado comida a nadie, esto se da gracias a los voluntarios y a las donaciones.
Por último el servicio en la residencia de ancianos del Lledó donde los rutas hicieron danzas y manualidades con los ancianos, compartieron su tiempo y sus experiencias y por último ayudaron en el comedor.
Todo esto nos ha enseñado una serie de valores como la superación, la adaptación demostrando una gran vitalidad y alegría.
Ellos todavía tienen mucho que enseñarnos y nosotros podríamos aprender el voluntariado que hemos hecho ha sido un granito de arena pero así se crea la playa.