Y en eso consistió un año más la tradicional celebración de San Juan de este grupo, una fiesta en la que familias, amigos, viejos compañeros y hermanos scouts disfrutamos todos juntos de una amena jornada marcada por la rica comida y el buen tiempo.
Como no, fueron los niños y niñas del grupo los que pusieron todo a punto.
Rangers y lobecos limpiaron la zona, buscaron madera, fregaron las mesas y pelaron patatas, mientras que los rutas y responsables encendieron las brasas y prepararon la carne, los criollos y el lacón.
Cuando todo estuvo listo, llegaron las familias y los amigos para degustar los ricos manjares que teníamos preparados.
Pero como no todo es llegar y triunfar, los padres fueron los encargados de aportar los postres…
¡Y vaya maravillas trajeron!
Superando con creces lo que ya era un altísimo nivel en la calidad de las tartas, esta vez contamos con verdaderas obras de arte y con grandes delicias para el paladar.
Así que tras una dura deliberación por parte del jurado del concurso de tartas, llegó el momento de atacar a los postres para dejar un sabor de boca dulce tras el churrasco.
Y después de la comida, llegó una larga sobremesa en la que los padres disfrutaron de un momento de cháchara, distensión y buen tiempo mientras los niños se dedicaron a correr y jugar por el campo.
Y llegada la hora de la retirada, pese a que a muchos les costó arrancar, ya sólo nos quedó despedirnos hasta la próxima aventura…
¡El campamento de verano!