Como manda la tradición, a nosotros los eskauts nos gusta despedir el año haciendo unas de las cosas que más nos gusta : Subir a la montaña. El destino elegido este año fue el Anboto (ya que el mítico Gorbeia está demasiado saturado de gente en nochevieja y de esta manera nos quitamos la espinita clavada de hace un par de años).

A las 7:57 quedamos en el local Garazi, Amaia, Josu, Javi y un servidor (Dani).
Como no podía ser de otra manera, Javi llego 15 minutitos tarde, así que según llego, cargamos las mochilas en el coche y nos pusimos rumbo a Urkiola.
Una vez en el parking del Santuario de Urkiola, nos pusimos las botas (de monte) y tomamos un poco de exquisito Kefir que nos había traido Garazi para que probásemos.
Nunca olvidaré el delicioso sabor a yogur caducado del Kefir (Puagh!), pero la verdad es que casi nos terminanos el tupper entero.
Nos pusimos en marcha, nuestro primer objetivo era el Urkiolamendi, un monticulo (no se le puede llamar de otra forma) junto al santuario. Durante la subidita, no paró de darnos el viento de lado, pero en cosa de 30 minutos estabamos ya arriba, era nuestra primera cima del día.
Nos sacamos la foto de rigor y descendimos hacia el Pol-Pol con la idea de que nos diese menos el viento helado.
Una vez en el Pol-Pol, nos refugiamos en la «txabola» que está junto al camino y sacamos los viveres para reponer fuerzas.
Javi nos deleito con un trozo de pan casero con chocolate que estaba para chuparse los dedos (y untar en leche).
La anecdota del día, como no, la protagonizó Javi, cuando descubrió que el Termo lleno de Cola-Cao calentito que traía en la mochila se había roto por completo pringando toda su mochila, chubasquero y botiquín de colacao.
¿Lo peor? ¡ Que no pudimos untar el pan de chocolate en el colacao !
Despues de reponer fuerzas (y de que Javi limpiase sus cosas en el rio), pillamos el camino rumbo a la cima del Anboto.
Hacía un día perfecto para subir, soleado y sin frio. Apenas quedaban unos pocos resquicios de nieve, pero fueron suficientes para que de vez en cuando una bola de nieve impactase en Josu o en Amaia (a.k.a ‘Rasca y gana’).
La subidita duró poco más de una hora.
Primero, por un sendero marcado por montones de piedra y a través de una zona boscosa, antes de llegar a la parte más dificil de la ascensión.
Una vez de que el bosque se abre, estaremos a escasos 100-150 metros de la cima, pero ya se puede observar como el camino se vuelve más escarpado con algún paso un poco «peligroso».
Las condiciones son buenas, así que nos aventuramos, ya que no queremos volvernos de allí sin hacer cima.
Concentración a tope, siempre mirando donde ponemos los pies (y manos) y con el viento a favor, ascendemos estos últimos metros (no sin una cierta dosis de miedo).
Por fin llegamos a la cima, y la verdad es que nunca me la había imaginado así. Amplia, con sitio para estar y disfrutar de las maravillosas vistas.
Por un lado el macizo de Gorbeia e Itxina y por otro toda la cresta de Alluitz, Untxillaitz y Mugarra.