La idea básica consiste en hacer agujeritos al envase de metal por donde más tarde escapará la luz.
Aquí hay un archivo PDF para descargar e imprimir y que facilita un patrón de puntos para llevar a cabo los pequeños agujeros en la lata de conserva.
¿Y cómo se usa la hoja de papel con los puntitos?
Pues pegando el papel a lo largo de la vuelta de la lata y agujereando dichos puntos con un clavo liso o un fino punzón y con un martillo
Ojo, con mucho cuidado y bajo supervisión de un adulto si es un niño quien lo hace.
Usar guantes para evitar sustos no parece una mala idea.
En este empeño con el punzón y el martillo puede surgir un imprevisto, y es que la lata se abolle por efecto de los golpes.
Las ingeniosas personas que proponen esta manualidad sugieren una idea para solventar el problema: antes de pegar la hoja a la lata y comenzar con los agujeritos, meteremos en el congelador la lata llena de agua.
Cuando el agua se haya convertido en hielo, secamos bien la lata por fuera, pegamos la hoja-patrón y comenzamos a darle al martillo con cuidado.
El hielo del interior impedirá que la lata pierda su forma original con los golpes de martillo.
También puedes realizar tus propios diseños.
También se puede pintar por fuera la lata de conservas reciclada.
El último paso será introducir una buena vela o una bombilla con su cable en el interior de la lata y disfrutar de la tenue luz con llamativas formas que se difuminará por la estancia.
Una vieja lata de conserva reencarnada en un original foco de luz.
¡Así se reutiliza!
Si os animáis con esto, mandadnos las fotos del resultado a comunicacion@scouts.es y las publicaremos en Facebook.
Vía La Bioguía