Tenía el hábito de pintar en sus cuadernos, diarios y cartas. Dibujos hechos a lápiz, pluma, tinta y acuarelas.

Así que no sólo escribía libros, como los famosos «Escultismo para muchachos» o «Manual de Lobatos», sino que también se encargaba de ilustrarlos: los dibujos que acompañan estos textos fueron realizados por él.

Además, solía usar ambas manos mientras pintaba o dibujaba, se pasaba el lápiz o pincel de una mano a otro según le convenía.

Se dice que esta inquietud para pintar proviene de sus múltiples y diversos viajes. Mientras recorría África o la India, por ejemplo, tuvo la ocasión de observar hermosas paisajes y animales que le sirvieron de importante fuente de inspiración.

Es por eso que en sus ilustraciones es frecuente ver elefantes y otros animales salvajes.

En este enlace os presentamos una página con las mejores de sus ilustraciones.