La tranquilidad habitual del charco de Las Furnias, en Punta del Hidalgo, se rompió por unos momentos para vivir un hecho muy especial: la liberación de dos tortugas bobas (caretta caretta) que volvieron a su hogar después de un par de meses de curas, gracias al programa de Liberación de Tortugas Marinas Rehabilitadas creado por Neotrópico en el año 2000.

El grupo Scout Católicos Marinos Tayri también se sumó al grito de «¡Buen viaje!» y a los aplausos cuando las tortugas salieron nadando hasta su nuevo hogar.

Los más pequeños estuvieron muy atentos durante toda la mañana para conocer todos los consejos y curiosidades sobre las tortugas que Jaime de Urioste les iba contando.

Y lo primero de todo fue conocer un poco más sobre la historia de las dos tortugas.

Ambos ejemplares fueron encontrados en la zona de Puerto Colón y han estado en torno a dos meses tratándose en La Tahonilla.

La más pequeña de las dos, de aproximadamente un año, ingresó por una infección en los ojos; mientras que la segunda, que tendrá entre 4 y 5 años, ingresó en el Centro con una infección y la había mordido un tiburón al encontrarse enmallada.

También tuvieron la oportunidad de acariciar a las tortugas, aunque solo por el caparazón, ya que, según les explicó De Urioste, «a pesar de que las tortugas no tienen dientes, pueden arrancar los dedos de una mordida».

Para la mayoría de los pequeños que se acercaron hasta la costa de Punta del Hidalgo esta era la primera vez que veían una tortuga boba de cerca.

Marcos Picar Febles es uno de los niños del grupo scout y, con tan solo 9 años, se mostró encantado por poder participar en la suelta, ya que en su grupo suelen hacer actividades en el mar, como montar en lancha o ir a la playa, pero era la primera vez que tocaba una tortuga: «Tiene pinchos en el caparazón, pero no me dan miedo», confesó.

Su compañera Nayara Luis, de 11 años, también era la primera vez que veía estos animales de cerca y deseó poder volver pronto a otra suelta de tortugas: «Lo mejor del día ha sido aprender todo lo que nos han explicado sobre estos animales y ver la suelta, que es muy bonita», afirmó la pequeña, quien aseguró que ya conocía los problemas que les causan las personas a estos animales porque «nos lo explicaron en un campamento».

Pero con la vuelta de las dos tortugas bobas al mar no había acabado la jornada, ya que faltaba darle la bienvenida a Ambrosia, la tortuga de plástico que ayuda a Jaime de Urioste a concienciar a los más pequeños sobre los peligros de tirar la basura en las playas y los problemas que los seres humanos causan a las especies marinas.

De Urioste les recordó que las anillas de las latas son uno de los problemas que más afectan a estos animales porque «las confunden con las aguavivas, que son uno de las especies que más les gusta comer».

Además, informó a los más pequeños que estos plásticos tardan entre 200 y 400 años en degradarse.

Por ello, antes de tirarlos a la basura, les aconsejó que «corten todos los huecos para que no queden espacios cerrados que puedan engancharse en el cuello o en las aletas».

Los pequeños también se interesados por descubrir curiosidades sobre las tortugas marinas, como sus alimentos favoritos o la edad a la que pueden llegar estas especies.

La más antigua que han recuperado tenía 176 años y murió atropellada por una embarcación.

De los 48 tipos de tortugas que hay en el mundo, en Canarias la especie más abundante es la tortuga boba, aunque también pueden verse tortugas verdes, carey y laúd.

Pero el experto dejó claro que para estos animales, las distancias son insignificantes por lo que pueden llegar a recorrer miles de kilómetros en pocos meses, por lo que en un periodo no muy largo podrían estar en la otra parte del mundo.

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