Raquel Sánchez Castillo, de Scouts Católicos de Murcia- MSC, participó en la Semana Scout Taizé que se celebró del 16 al 22 de agosto. Raquel nos cuenta cómo vivió esa experiencia.

 

¿Era tu primera experiencia en Taizé?
No, con 10 años estuve allí con mi familia, porque mi abuela solía ir todos los años y un verano nos fuimos con ella.

¿Qué te atrajo de Taizé para apuntarte a esta experiencia?
Guardo un buen recuerdo de los días que estuve allí y la verdad es que lo había propuesto varias veces en mi grupo y se presentó esta oportunidad, además con más gente scout y no lo dudamos.
¿Cómo era la vida allí? Cuéntanos un poco qué rutina diaria teníais…
Era una vida muy sencilla, dormíamos en tiendas o en pequeñas habitaciones con más gente. A las 8 había rezos y después lectura de la Biblia. De ahí nos repartíamos en grupos y hacíamos reflexiones. A las 12.30 había rezos, luego comíamos y por las tardes solíamos estar con los scouts. A las 19.00 cenábamos y luego otra vez rezos. Por las noches, en el “oyak”, que era una pequeña cantina, se montaban fiestecillas, la gente cantando, bailando, haciendo juegos…era el mejor momento.


¿En qué talleres participastes?

Por las mañanas, después de los rezos, había lectura de Biblia y luego nos dividíamos en pequeños grupos de scouts y hablábamos sobre el escultismo, nuestro grupo….También hicimos juegos con los scouts, una pequeña marcha…


¿Había scouts de todo el mundo?

Era un encuentro scout, que además era la primera vez que se hacia allí en Taizé y fuimos gente scout de muchos sitios de Europa, de Italia, Alemania, República Checa,  Portugal,  Lituania, Hungría y nosotros de España. Tambié había muchos scouts que habían ido por su cuenta.

¿Qué aprendiste durante esa semana?
Que todo es posible, que el mundo puede convivir sin problemas y basándose en relaciones sinceras y verdaderas, nadie era más que nadie.


¿Que te llevarías como mejor recuerdo de la experiencia?

La gente que conocimos allí, todo el mundo hablamos con todos, era increíble y mis compañeros de ruta, esa experiencia nos sirvió para unirnos y conocernos más.

¿Puedes contar alguna anécdota?
Había unos de los trabajos que era decirle a la gente que se fuera a la cama a la hora de dormir, se llamaban los “go to bed” y la última noche, nos quedamos por ahí, con más gente, y estábamos escondidos. De repente vemos que aparecen como 12 “go to bed”, nos rodean y empiezan a decirnos que nos fuéramos a la cama y a nosotros no se nos ocurrió otra que decir que si no nos movíamos, no nos veían, y fue muy gracioso vernos rodeados y nosotros con las capuchas, callados y sin movernos.


¿Con qué sensación te quedas de esta experiencia?

Con mucha alegría, de ver que puede ser posible que toda la gente que había allí podía convivir en total armonía y libertad, que así es como debería ser el mundo siempre. Por supuesto, pero no todos los años, me gustaría de aquí a unos años, con más madurez, para ver como vería eso.

¿Qué le dirías a otros scouts para convencerles de que vayan?
Es una experiencia única y, como a mí me dijeron, Taizé no se explica con palabras, hay que vivirlo, es algo único y no creo que algo como eso se pueda encontrar en otro sitio, seas o no religioso, el estilo de vida que hay allí es único e impresionante.