Rosemary Nyrumbe es una religiosa activista que ha dedicado su vida a rescatar a niñas y jóvenes que han sufrido graves secuelas tras el horror de los secuestros, las violaciones y la vinculación forzosa al conflicto armado.  En Gulu, Rosemary, dirige un programa en el que estas mujeres y niñas reciben cuidados, asistencia psicológica, educación básica y formación, además de apoyo en el cuidado de sus hijos pequeños. Esta semana visita Madrid para relatar su experiencia invitada por la ONG Mundo Cooperante.

En los últimos veinte años, Uganda ha sufrido uno de los conflictos más sangrientos y silenciados del continente africano. Casi 2.000.000 de desplazados, 120.000 muertos y entre 20.000 y 40.000 niños y niñas soldado es el resultado de estas décadas de enfrentamientos entre el gobierno ugandés y el rebelde LRA (Ejército de Resistencia del Señor).

¿Cómo han afectado a la sociedad los 20 años de guerra que han sufrido?
El principal objetivo de la guerra de los rebeldes del Ejercito de Resistencia del Señor (LRA), liderada por Joseph Kony, han sido en su mayoría niños y mujeres que fueron secuestrados y obligados a luchar.

Muchos niños fueron secuestrados por los rebeldes con el propósito de incrementar el número de componentes de las fuerzas armadas. Muchos de ellos si no llegaron a ser asesinados fueron muy mal tratados; los chicos y chicas fueron entrenados como soldados y llevados a la primera línea de la guerra y obligados a secuestrar a otros niños de sus poblados.

En muchas ocasiones, estos niños fueron obligados a cortar los labios de otras personas, o incluso a matar a sus propios amigos, hermanos o padres. Son obligados a cometer un sinfín de atrocidades en sus propios poblados para conseguir que no escapen y vuelvan a sus casas, ya que no son bien recibidos ni aceptados después de las barbaridades cometidas.

Muchos de estos niños fueron raptados cuando eran jóvenes, secuestrados del colegio, lo que ha dado como resultado un gran grupo de jóvenes prácticamente analfabetos. Estos niños se han convertido en un grave problema económico para la sociedad porque no tienen modo de ganarse la vida.

¿Cómo es la situación en el caso de las chicas?

Esta situación es todavía más compleja para las chicas jóvenes, convertidas en esclavas sexuales y a menudo entregadas como una recompensa a los comandantes rebeldes con el fin de abusar sexualmente de ellas.

¿Cómo reciben las familias y vecinos a las niñas que han vivido el drama de ser soldadas o esclavas sexuales?
Un buen número de estas niñas vuelve y no encuentra a sus familias nunca más, y aquellas que las encuentran a menudo no son aceptadas de nuevo porque la mayoría de las familias creen que los niños traen mala suerte o mal presagio después de los asesinatos y atrocidades cometidas. Además, en la mayoría de los casos, las niñas vuelven con hijos fruto de sus relaciones con los comandantes rebeldes y traen consigo otros problemas económicos a las familias a los que ya de por si se están enfrentando.

Gracias al trabajo de organizaciones como la suya, ¿se ha extendido en los últimos años el uso de profilácticos por parte de los jóvenes africanos para prevenir el sida?
En el marco de la guerra, el uso de profilácticos en muchas ocasiones no funciona, en el sentido de que la gente joven está expuesta a muchos problemas como las violaciones, violencia sexual y matrimonios forzosos, obligadas a la prostitución debido a su vulnerabilidad al no poder defenderse o protegerse.

Debido a todas estas situaciones, nuestro proyecto ha incluido atención sanitaria como una de nuestras principales prioridades. Queremos encontrar modos de permitir a esas mujeres acceder a estos servicios de atención sanitaria al mismo tiempo que reciben formación.

¿En qué consiste su proyecto y a quién brinda asistencia?
El proyecto tiene como objetivo formar a un grupo de mujeres desfavorecidas y jóvenes que fueron forzadas a retirarse del sistema formal de educación por culpa de la guerra. Ofrecemos mucha atención a estas jóvenes que vuelven con niños de su cautiverio. El proyecto también persigue dar una educación para la rehabilitación tanto a la madre como a sus hijos. Las madres reciben cursos de costura y confección, cocina, agricultura, cuidados infantiles y capacitación. Asimismo, reciben orientación psicológica y atención sanitaria.

Sobre todo, el objetivo principal es formar a estas jóvenes a ser autosuficientes gracias a los ingresos generados con sus propias actividades. Las mujeres vienen al centro para formarse mientras los niños reciben cuidados diarios y educación primaria. La guardería fue introducida como un modo de ofrecer a las niñas seguridad al tener a sus hijos cerca de ellas. Además, esta forma de trabajar permite que las niñas lleguen al final a querer y cuidar de sus niños fruto de la violencia sexual y violaciones.

Hemos empezado a ampliar nuestros servicios a las mujeres jóvenes que necesitan estos servicios y formación para ser autosuficientes en un lugar situado a 60 kilómetros de GULU, llamado Atiak, así como en un lugar llamado Torit. Vamos a repetir el formato de nuestro proyecto de St. Monica Gulu en estos dos lugares y esperamos que podamos encontrar ayudas para hacer realidad nuestros sueños.

Vía www.canalsolidario.org