Cuando uno ha pasado los 75 años ya ha conseguido ese estado de vida, en el que piensas las cosas dos veces antes de decidir si es posible, ahora, ordenar un nuevo abrigo de noche, le es permitido a uno ver hacia atrás el camino andado.
Tu natural inclinación es de predicar y de suavizar a los caminantes las dificultades en el sendero, ¿pero no sería mejor señalarles algunas de las alegrías, que de otra manera ellos perderían?
La cosa más grande que te golpea, cuando ves hacia atrás, es lo rápido que has llegado.
Qué breve es el paso por la tierra.
Por lo tanto, el calor que uno puede dar, es el que es bueno no para desperdiciarlo para cosas que no cuentan al final; y por el otro lado, la vida no es para tomarse de manera tan seriamente, como algunos lo hacen.
Aquí es donde el éxito es posible para cualquier hombre.
Hay variadas ideas de lo que constituye el “éxito”, así por ejemplo: dinero, posición, poder, hazañas, honores y así otros.
Pero esto no está abierto a cualquier hombre, o no les da lo que es el verdadero éxito, que es la felicidad.
La felicidad está abierta para todos, ya que cuando la decantas, ésta solamente consiste en la satisfacción con la que has obrado y hecho lo que ha estado a tu alcance, por otras personas.
Como resume Sir Henry Newbolt: “El examen verdadero del éxito es cuando una vida ha sido feliz y se ha dado felicidad”.
Extraído de «Lecciones de la Universidad de la Vida» (Baden Powell)