Se cierra la puerta y el ferry se aleja de Lampedusa hacia Sicilia.

A bordo hay más de 80 niños que hace pocos días sobrevivieron a uno de los mares más traicioneros del mundo, viajando en pateras o lanchas de plástico desde Libia en búsqueda de asilo en Italia.

Vienen aquí para tener una vida mejor, un futuro en Europa.

Como todos los niños, están llenos de sueños y esperanzas, pero muchos han crecido en difíciles circunstancias y han perdido la oportunidad de tener una infancia normal.

Algunos de ellos como Yusuf (nombre modificado para proteger la identidad del menor), de 17 años y de Gaza, han «vivido entre tiroteos».

Él mismo cuenta que no ha tenido infancia, que nunca ha tenido un juguete y que cada segundo en Gaza ha vivido con miedo a morir por un disparo.

Escapar de la muerte, de la persecución, de la extrema pobreza es lo que lleva a estos niños a jugarse la vida para venir a Europa.

Desde enero, más de 26.000 niños han emprendido su camino a Italia, pasando varios días en el mar.

Han visto cómo lanzaban a gente por la borda por estar enfermos, han visto olas de «10 pisos de altura» azotar las barcas, y todo el tiempo hacinados con cientos de personas, sin saber si iban a vivir o ahogarse en el mediterráneo.

Pero sabiendo que tenían que huir del «infierno» que dejaban detrás.

La isla de Lampedusa es tan pequeña que ni sale en el mapa del informativo de la noche, pero Lampedusa tiene un corazón enorme y, pese a las últimas noticias que hablan de un creciente odio a los inmigrantes, solo he visto cálidas bienvenidas.

Los niños deambulan por la ciudad y los habitantes de la isla les saludan, los restaurantes locales les dan comida.

Vi a una niña somalí de 9 años que volvía al centro con una bolsa de plástico llena de ropa, libros, juegos y una muñeca nueva que abrazaba con todas sus fuerzas. Estaba radiante.

Yusuf y su mejor amigo huyeron de Gaza juntos.

Cuando les preguntamos cuál era su sueño ahora que estaban en Italia, Yusuf se vino abajo y dijo: «Quiero un futuro, sólo quiero ser humano».

Aman y Lisa están operativos 24 horas.

Son las primeras caras que ven los niños cuando desembarcan y las últimas a las que despiden cuando se montan en el ferry a Sicilia.

En el centro de recepción he visto asombrada cómo Lisa explica a cerca de 80 niños lo que pueden esperar de su nueva vida en Italia.

Abre un mapa del mundo y les enseña dónde está Sicilia, les ayuda a comprender lo que va a pasar después, que irán en barco hasta Sicilia donde les llevarán a otro centro, pero mejor equipado para los niños.

Entonces, cuando sea posible, les llevarán a una casa.

Les explica los derechos que tienen en Italia. Por ejemplo, tienen derecho a no ser expulsados, a ir al colegio, a estar seguros y vivir sin que se les persiga.

Termina su charla con ellos diciéndoles “la educación es la herramienta más poderosa que tenéis para el futuro. Es vuestro derecho”.

Desafortunadamente, se espera que el número de inmigrantes que llegan a las playas italianas se duplique durante los meses de verano.

La situación cada vez más deteriorada en África subsahariana y en Siria está agravando el problema.

Un problema global que no debería recaer solo sobre Italia.

Si queréis leer el artículo completo, con más historias, haced clic aquí.

Escrito por Sarah Tyler, Responsable de Comunicación de programas internacionales de Save the Children.

Vía El Diario