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Puede parecer un detalle sin importancia, pero la verdad es que es muy importante tener un saco de dormir que se ajuste bien a nuestras necesidades.

Para saber qué tipo de saco es el que mejor te irá, sigue estos puntos:

1. Tipo de relleno

O de fibra/tejidos sintéticos o de pluma de ave.

La principal diferencia de una manera muy resumida es que los sintéticos facilitan el mantenimiento y la pluma proporciona un aislamiento de máxima calidad.

2. Temperaturas de uso

Antes que nada, hay que tener en cuenta es que los sacos no crean calor, solo evitan la pérdida del calor corporal.

Existe la norma EN 13537, que actualmente es la única normativa europea que garantiza una metodología y un estándar.

Entre otras cosas, esta normativa recoge tres aspectos básicos:

  • Temperatura de máximo confort: temperatura a la que un durmiente podrá dormir dentro del saco sin sudar. Se mide con la cremallera abierta, los brazos fuera y la capucha abierta.
  • Temperatura de confort: Temperatura en la que una mujer de 25 años, un peso de 60 kg y 1,60 m de altura puede dormir en posición fetal sin pasar frío. O un hombre medio dormir en posición relajada. Es la temperatura a tener en cuenta en el momento de la compra.
  • Temperatura extrema: En esta temperatura el saco protege de la hipotermia. Permitiendo como máximo 6 horas de sueño en posición fetal a una mujer estándar con sensación de frío.
3. Forma del saco
  • Momia: más ancho en la parte superior y más estrecho en los pies. El más eficiente en la retención de calor, ya que la cantidad de aire en el interior del saco es menor.
  • Rectos: tienen una cremallera que permite la apertura total del saco pudiendo usarse éste como una manta. Este saco es propicio para las personas más inquietas, ya que proporciona una mayor libertad de movimientos para las piernas. Por el contrario la retención de calor es peor ya que se encuentra más aire en su interior.
  • Momia adaptado: más ensanchados a la altura del pecho y de las rodillas proporcionando mayor movilidad. Estos sacos proporcionan la máxima comodidad y una óptima retención de calor.
4. Adaptaciones específicas

Cosas adicionales que podemos encontrar en un saco:

  • Collarín térmico: para evitar la pérdida de calor. Son como un chaleco y reducen la pérdida térmica al mínimo. Consiste en una capa acolchada que rodea el cuello proporcionando soporte y reducen la pérdida térmica.
  • Capucha parafrío: permite que durante el sueño la almohada no se salga del saco. Además proporciona un aislamiento de la cabeza del exterior.
  • Compartimento para pies: esta adaptación hace que haya menos aire, por lo que se consigue una mejora térmica además de mantener los pies secos del exterior.
  • Bolsillo interior: permiten tener a mano ciertos elementos.

 

Estas serían las características del intrínsecas del saco.

Ahora bien, hay que tener en cuenta los aspectos que influyen en la sensación térmica, cada persona es mundo: hay personas más frioleras y más calurosas.

A continuación se explican aspectos que influyen en la sensación de frío de cada persona así como condiciones exteriores que también afectan.

4. Aspectos físicos

La pérdida de calor desde dentro del saco se debe a la conducción o por contacto directo con el suelo o de otros diversos medios.

Por ejemplo, la radiación es la pérdida a través del contacto directo del calor; por tanto, a más peso del durmiente se comprime más el saco y las pérdidas son mayores al existir un mayor contacto con el suelo.

Otro medio de pérdida de temperatura es el sudor, un efecto corporal para regular la temperatura y que es efectivo si la humedad es capaz de salir del saco, si no, éste se humedecerá y provocará una incomodidad para el durmiente.

5. Aspectos fisiológicos

La temperatura generada por nuestro cuerpo también depende de factores fisiológicos.

La pérdida de calor corporal depende del metabolismo de cada persona e influye mucho de su peso corporal.

Como referencia se puede tomar que una persona de 50 kg genera 60 vatios de calor. Mientras que una persona de 110 kg genera 100 vatios.

6. Delgad@s o anch@s

Las personas con más grasa tienen una mayor capacidad de aislamiento.

Las personas con una mayor masa muscular también generan más calor y las más delgadas tienden a generar menos calor.

7. Género

Las mujeres tienden a tener más frío que los hombres, en parte por la diferencia entre la masa muscular y a la grasa corporal.

8. Edad

La tendencia con la edad es generar menos calorías, igual que la masa muscular, que con la edad también tiende a decrecer.

9. Preparación

Las personas que están preparadas y salen habitualmente son tendentes a sentir menos frío.

Además, si una persona está muy cansada genera menos calor que si se encuentra más descansada.

El conocerse es muy importante, ya que sabremos cómo abrigarnos para sentir menos frío.

10. Consumo de energía antes de dormir

La cantidad de energía generada durante el sueño depende de las actividades realizadas durante el día.

Por ejemplo, una persona que haya realizado un trekking tranquilo y haya comido comida caliente estará en mejores condiciones que un escalador que haya realizado un gran esfuerzo.

 

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Vía Babaik